La crisis financiera y la gente común. Perspectiva de los saberes subalternos
Es difícil resistirse a hacer algún comentario en el sentido de recuperar el sentido común como brújula para la salida de la crisis. La mayoría de la gente común –la que no hizo ningún estudio en esas ricas universidades de privilegiados que generan la mayoría de las ideas que se están proponiendo en estos días como soluciones a la crisis–, piensa muy diferente de nuestros gobiernos mundiales y europeos.
La gente que está en las calles de tantas ciudades del mundo, o en las comisarías por manifestarse, no cree en que unas políticas pensadas desde el privilegio indecente sean un punto de vista “objetivo” para la salida de la crisis y reclaman a sus gobiernos (cada vez menos suyos) que no se crean lo que las élites del capitalismo financiero propone. La gente consciente piensa que el objetivo no puede ser salvar el sistema elitista financiero a costa de recortes y precariedades extremas comunes, que esas soluciones no son más que una de las posibles y desde luego elaborada desde la perspectiva privilegiada de unos cuantos. Si a los gobiernos del mundo sólo les queda obedecer esas directrices –sea porque se las creen o porque no tienen imaginación para otras soluciones–, llega el momento de oír el clamor de tanta gente en las calles: una vuelta al sentido común de los subalternos.
Lo que esta crisis pone de manifiesto es que la gente quiere recuperar el control sobre sus vidas (sus sueldos, sus deseos, su participación, etc.) y que las vidas no pueden estar en las manos de quienes realizan unos informes para unas agencias de calificación que ponen sus “notas” a los estados para hacer ejercicios especulativos y obtener ganancias de forma perversa. Lo que la gente quiere es que todo no dependa de la decisión conservadora, nacionalista y egocéntrica de Ángela Merckel, sino de la voluntad plural de la gente corriente. Paren, piensen y cambien la dirección de la ruta esto es lo que dice la sabiduría subalterna, ni los mercados tienen vida propia, ni las notas que nos ponen tenemos que creérnoslas, ni la cartilla de soluciones que nos dan nos parece la apropiada. Si se hunde el sistema financiero que sea porque gane una propuesta que haga al mundo más igualitario, no por la ruina de las recetas de unos cuantos privilegiados que creen disponer en exclusiva del saber para su solución.